Fred, el fiel guardián del castillo Mountfitchet en Essex, Inglaterra, se ha ganado una reputación no sólo por sus deberes de vigilancia sino también por su notable amabilidad al adoptar patitos huérfanos. Su naturaleza compasiva se ha convertido en una historia conmovedora en el castillo.
El primer caso se desarrolló cuando un grupo de nueve patos jóvenes apareció en el césped del jardín, aparentemente perdidos sin su madre. Jeremy Goldsmith, el director del castillo, explicó: “Recuerdo haber visto a una madre agacharse por aquí antes, pero ahora no se la encuentra por ningún lado, dejando a sus pequeños bebés vagando sin rumbo”. Mientras el personal buscaba una solución, Fred, el atento perro, mostró gran interés y el director del castillo expresó su deseo de proteger a los indefensos patitos.
Al presenciar la bandada de patos perdidos acurrucados por el miedo, Fred se acostó con gracia, ofreciendo calidez y tranquilidad, dejando a los observadores profundamente conmovidos. Actuando como un “padre reacio”, Fred proporcionó a los patitos un hogar seguro, colmándolos de amor y protección. Jeremy señaló: “Fred tiene un talento natural para cuidar a sus hijos adoptivos. Durante ese tiempo, los patos eran bastante frágiles y el gran jefe los cuidaba tocándoles delicadamente las patas y evitando sus alas”.
Esta familia poco convencional disfrutó juntos de momentos de alegría. Una vez que los patitos maduraron, se aventuraron a crear sus propias familias, sin depender más de Fred. Sin embargo, el papel de Fred como padre adoptivo continuó, ya que más tarde extendió sus gestos afectuosos a otros seis patitos perdidos.
Los observadores en línea especulan que Fred, que vive en un enorme y solitario castillo, podría experimentar soledad. Este perro compasivo presta voluntariamente su ayuda en situaciones desafortunadas, no solo brindando consuelo a quienes lo necesitan sino también aliviando sus propios sentimientos de aislamiento.
Muchos creen que las acciones de Fred se derivan de la vida expansiva y vacía dentro del castillo, lo que lo impulsó a tender la mano y cuidar a los demás cuando se enfrentaba a circunstancias desafortunadas.